jueves, 24 de septiembre de 2009

Espejismos de ilusión

Siempre soñamos y esperamos algo en especial. Estoy convencido que cuando nacemos llevamos la felicidad impresa en nuestro corazón y el vernos reflejados en la mirada de un niño, hace que nuestro recuerdo viaje donde alguna vez fuimos felices. Con el paso del tiempo creamos ídolos para seguir viviendo; fantasmas de nuestra ilusión que buscan una mejor vida pero aun así, a todos los ídolos les llegará su ocaso.
Al pasar el tiempo maduramos y destruimos todo aquello que un día adorábamos. Hoy me pregunto si el sueño igualará un día a la realidad que hace nada se convirtió en pasado.
Existen momentos es nuestra vida en que se ignora si habitamos en el reino de Morfeo o en el mundo Vigil pues causan tal impacto que hacen que estemos perdidos. La realidad es tan inverosímil que bien pudiese ser una fantasía cualquiera o tal vez sólo el reflejo de si misma. Después de pensar en todo esto tengo infinitas dudas pero mi tiempo pasa indestructiblemente. Me miro al espejo y veo mi figura, me toco y siento pero el pensamiento, es una cadena que engarza múltiples eslabones por ser tan larga.... Deseo vivir lo que percibo en este momento y hace nada que he viajado al pasado. Recuerdo el pasado y me hace sonreír porque de alguna manera, aquello que sentí fue de verdad aunque en ese instante ya haya sido. Siempre he de preferir un segundo a la eternidad ya que la belleza de lo efímero no durará para siempre. A veces pienso que la vida se pega a mi como un pegamento donde guardo infinitos recuerdos y también creo ser alguien extraño en un mundo imaginario. El recuerdo se funde con la ficción y me pierdo como quién mira el rojo atardecer. Enlazo imágenes a capricho y juego con la imaginación. En un segundo vivo mil vidas y soy todo cuanto puedo ser o no ser.
En el gran castillo que todos guardamos dentro, en mi gran salón un día bailoteo y otro canto o, simplemente me imagino estando ahí creando mundos dentro de otros mundos gracias al poder de la imaginación. La vida es una danza y hay que bailarla. No importa donde estemos y lo que hagamos porque nuestro corazón marca el compás de los sueños. Un día, cuando llegue mi último viaje y deje esta tierra bendita, solo quiero tener la certeza que brinda la realidad y en el final de mi lucidez, ansío creer que mi vida valió realmente; poner los pies sobre la tierra y el corazón en el cielo para que el eco de mi voz con un grito en silencio me susurre: !!Sí viví!!.

Erin Sunako y yo

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