jueves, 10 de diciembre de 2009

Memorias musicales

Los pasos solitarios dan mucho que pensar. La avenida se hace tan larga como una duda interminable y yo, sólo deseo en estos momentos que mi tiempo discurra más rápido que este reloj.
La mañana se despierta con gente madrugadora; con pasos de gente sin sonido que no se escuchan por los motores del tráfico; tropezandome con miradas que esquivan la mía e imaginando de ellas mil historias... A veces pienso que nuestro pensar bulle tanto como esta ciudad de Córdoba, tal y como si fuera en su ir y venir otra ciudad íntima de nuestro mundo interior...Hay vagabundos durmiendo en los portales de los bancos y mujeres perfumadas que van impecables a Diós sabe donde... Hay hombres de abrigo y corbata de mirada fría y gente que no deja de hablar en su móvil sobre cualquier asunto que me da mucha curiosidad. A veces, me tropiezo con alguien conocido y nos damos los buenos días de una manera sincera pero en cambio, casi a diario me tropiezo con gente de las que solo los conozco por su cara y mirada. Son tantas las historias de esta ciudad como interesantes sus gentes. Esta mañana me he vuelto a cruzar con una mujer sin nombre y como siempre nos hemos observado en medio de una frontera de silencio que no permite a más...
En la Plaza de las Tendillas, en medio de tanto ir y venir de tanta gente, me he emocionado. Pienso que el sentimiento en su estado más puro hace que la vida en esta soledad nos de un beso que no esperábamos. Reconozco que en mi garganta se hizo un nudo cuando escuché la letra y aminoré el paso porque mis ojos casi se cubren de lágrimas. Aquella canción se repetía en mi memoria infantil y me acordaba de tantas veces que la sentía de una manera tan especial... Quizás por algún motivo olvidamos nuestras raices pero en cambio, la memoria traicionera juega con los sentimientos más puros y esta mañana, lo hizo la Niña de La Puebla.

La letra dice así:

En los pueblos de mi Andalucía
los campanilleros, por la madrugá,
me despiertan con sus campanillas
y con las guitarras me hacen llorar.

Y empiezo a cantar,
y a sentirme con los pajarillos
cantar en [las ramas] y echar a volar.

Y las flores del campo andaluz
al rayar el día llenas de rocío,
lloran penas que yo estoy cantando
desde el primer día que te conocí,
porque en tu querer
tengo puestos los cinco sentidos
y me vuelvo loca sin poder ver.

Pajarillos que estáis en el campo
buscando el amor y la libertad,
recordadle al hombre que quiero
que venga a mi reja por la madrugá;
que mi corazón se lo entrego
al momento que llegue
cantando las penas que he pasado yo.

1 comentario:

InsolenZe dijo...

Sabes lo bonito? Que aun nos podemos emocionar... que viveza de espiritu tenemos!!!
Quizas en enero haga mi viaje mensual a tu tierra, este puente el hotel estaba hipermegacaro.
Besos compañero y vecino de blog y provincia.