domingo, 17 de enero de 2010

Crisis de ausencia

Esa tarde no recordaba cosas. Hizo un esfuerzo por recordar y por un momento, creo que se asomó al abismo de la nada. Esa tarde el era nadie tal y como es la nada que tantas veces la quería para si...Se le fueron sus sentimientos de aquel momento y su identidad a ninguna parte y, ya no se acordaba de cosas fundamentales. Solo recordaba que no se acordaba de cada detalle pues él, no regresaba de la nada. Le entraron ganas de llorar apoyado en la barra de un pub donde todos éran desconocidos. La música no dejaba de zumbar en sus oidos y se sumergía en el abismo de la nada por perder el sentido de la eternidad. Esa tarde tuvo miedo al sentir que su memoria quería dejarlo solo en medio de tanta gente...
Ahora vuelve a retomar el rumbo de todo lo recordado. Se abrazó a sus recuerdos como el amanecer al nuevo día y hasta le daría un beso a su enemigo por no olvidarlo. Hoy, el olvido se cruzó por la vida en su estado puro y con pasos perdidos. Se aferró a la eternidad de la memoria porque en ella está el secreto de lo que somos. Imaginó que todo aquello que perdemos de forma natural muere como el segundo que acabamos de vivir y que con nuestro recuerdo, muere quizás lo más sublime... Esa tarde, además de la nada, sintió la soledad más trágica de su vida: Perder la memoria.

1 comentario:

InsolenZe dijo...

Jamas se debiera de perder la memoria.
Se ha de recordar, lo bueno, para disfrutarlo muchas veces. Lo malo, para no volver a hacerlo y mejorar y para quienes hacen mal, tener memoria siempre, para cuando la conciencia pase factura, fustigarse de por vida, del daño ajeno que causaron.
Besos vecino.
(Da igual con la identidad que entre, sabes que soy yo y diselo a Lola).