jueves, 11 de marzo de 2010

Absolutamente nada

Una noche de verano asistí al funeral de una estrella. Pudiera ser que dejó de existir hace cientos de años pero su recuerdo viajó hasta ese día. Me sobrecojió el silencio de la noche. Puse atención en aquel hueco negro por si su destello volvía a aparecer y nada...la nada más absoluta. Aquella noche pensé en la muerte callada y me siguen dando escalofríos por sentir esa frialdad tan llena de vacíos infinitos. El miedo a no existir me trae de cabeza y supongo que la vida trae más miedos aún. Quizás mi muerte sea más dulce que mi existencia y nada más poner los pies en el cielo, todo sea motivo de felicidad.
Recuerdo que la noche de difuntos era fría y con sabañones en los pies. Los nichos del cementerio tenían lamparillas de aceite y velas solitarias que alumbraban fotografías estremecedoras . Algunos niños jugaban con la muerte por las calles del cementerio, tan inconcientes que se permitían burlarse y alterar la paz eterna. La sala de autopsias se abría de tarde en tarde, cuando algún suicida o persona de muerte dudosa, era motivo de recurrír al médico forense para abrir ese cuerpo. Recuerdo a un funcionario del ayuntamiento que estaba encargado de ayudar en las autopsias. La gente comentaba que aquella noche ese hombre cogía unas borracheras tremendas.
Una noche me dió por subir al cementerio para ver desde lo alto el paisaje con luces de mi pueblo. Algunos viernes despues de trabajar, me dejaba caer por allí y hasta me comía una pizza. Escuchaba música a bajo volumen y mi mirada se paseaba por todas sus calles. Pero aquella noche no pude llegar al cementerio. Conforme me acercaba sentía un frío de soledad y un miedo que me aumentaba de una forma estremecedora. No pude llegar y quizás el hombre más valiente del mundo daría la vuelta al coche como yo lo hice. Desde entonces no he vuelto a subir al cementerio por respeto a aquel miedo tan atroz que sentí. Desde entonces, pienso que los difuntos descansan ausentes de ese miedo que sentimos los vivos a no sentir absolutamente nada...

1 comentario:

Pepe dijo...

He tenido experiencias parecidas. Hay un abismo en el ser humano que se siente resbalar hacia la nada. Otras veces se piensa en la propia muerte con bastante paz y serenidad. Tenemos un oscuro lugar de la mente donde sentimos el pánico, el terror, el miedo y el horror. Bien que han sabiso explotarlo algunos directores de cine.