martes, 7 de enero de 2014

A grandes rasgos


El niño nació; feliz, fuerte, con asombrosa capacidad para encontrar la alegría. En su niñez todo le impresionaba; deteniéndose en cosas que la mayoría de la gente mayor no ve por causas que van con la edad. Incansable, inagotable en su mundo interior compartía por ser puro de corazón y actos con o sin maldad.
Pasaron unos años hasta que llego a la pubertad, la adolescencia. Sus cambios fueron notables en todo lo que concernía a su forma de ser y desarrollo físico. El mundo y los amigos, se abrían a lo no conocido. Era tiempo de cambios brutales como estalla la primavera en la naturaleza...y se enamoró. La amargura, la angustia, el no saber qué, todo era treméndamente complicado. Era tiempo de formación y crecimiento personal; pleno de cosas para recordar mientras viviera...
Llegó la época de los 20. Muchos quedaron atrapados por causas de adolescencia y de madurez por no superar esa época. Su cabeza era un ordenador de recuerdos e ideas, de encontrar un camino a seguir. Eran tiempos de decidir muchas cosas complicadas para convertirse en un hombre o un don nadie; la vida seguía siendo difícil pero esta vez, no jugaba con fantasías sino, con la realidad....
Se acercaba a los 30. Su profesión estaba definida así como su vocación. La vida mantenía su frescura y muchos amigos ya se casaban formando familia. De todo lo andado, quedaban restos de todas las épocas de su vida y quizás, las echaba de menos...
Legaba a los 30 y tantos. Hubo en su vida bastantes desengaños amorosos pero no encontraba la media naranja. Económicamente y a nivel laboral todo bien pero, empezó a sentirse solo. La vida tomaba tintes marrones y sus sueños no se cumplían. Conservar sus ilusiones y qué esperaba de la vida, era algo que por muchos años pasados, no se diluían en el tiempo y... llegó a la cuarentena.
Los cuarenta eran más solitarios pero felices. Su inmenso mundo interior se hacía selecto a muchas cosas...Elegía bién a sus amistades y disfrutaba de su tiempo libre y hobbies. Con todo ello, los recuerdos no lo dejaban en paz pero tampoco lo molestaban. Vivía en armonía. Tuvo su crisis de los 40 que no duró mucho y el tiempo se expandía hacia un futuro que no le preocupaba en absoluto...


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