martes, 15 de diciembre de 2015

El respeto a la persona...Cuento de Pepe Ramirez (Sin título)


CUENTO DE NAVIDAD 2015 
Este cuento puede difundirse libremente. 
Homenaje a los amigos de es.charla.enfermedad.cáncer , a todos los pacientes de cáncer, a sus médicos, a las enfermeras, a los inmigrantes, a los refugiados y a los que sufren las consecuencias de  las guerras y de una economía sin humanidad. 

Viejo ya se sentó a escribir el cuento de navidad del año 2015. Empezó con esta costumbre en 1999. Entonces estaba asustado y encerrado en sí mismo y en su triste suerte porque tenía cáncer. Para escribir ese primer cuento de navidad necesitó la terapia de otros pacientes que se comunicaban en una primitiva red social que se llamaba es.charla.enfermedad.cancer hoy llena de spammers y basura virtual. Por allí pasaron Thais, Esti, Tami, Gema, Diego, Eva, Pseo, Che-Ma, Viçent, jmpa, Sara, Robert wespler, Bris, anteum, Adomar, Soldc, Rafael, Á. G., Simon Templar, Eduardo Bronstein, Fernando Gómez, Mabel, Manuel, Maite, Ana, Irene, Fran, Hektor, Silvia, Chusa, Marga, Raem, Ruben, Angelines, Mar, Aurora, Omadricancer, Ángeles, Ginés, Harry, Amelia, Antavian, Bego, algunos pacientes más con cáncer y familiares de aquí y de más allá de todas las fronteras. Era un cuento para la solidaridad y así curarnos de mirarnos sólo a nosotros mismos y a nuestro cáncer. 

El cuento de este año es de un niño que se llamaba Jesús de Nazaret. Nació en Belén, en las afueras, porque sus padres no encontraron un lugar donde alojarse. Era invierno y hacía frío.   

El mismo niño Jesús, si lo miras atentamente, también se llamaba Aylan Kurdi.  Iba con sus padres y un hermano en una patera de paso a algún lugar seguro y apareció ahogado en una playa a mitad de camino. Llevaba una camisetita roja y un pantaloncito azul cuando las olas lo dejaron en la playa. 

Y el mismo niño Jesús que se llamaba Aylan, si pones más atención, verás que era una niña de nombre Warda que nació en una parada de falsos taxis junto al campo de refugiados de Presevo en la frontera entre Macedonia y Serbia custodiado por guardias serbios a seis grados bajo cero. Su madre, Nana Alfchaki, tenía 34 años, era siria y le llegó la hora de parir en ese belén de paso a un lugar digno y seguro. Warda, el nombre de la niña, significa “Flor”. Los coches particulares se ofrecían como taxis cuando la gente era autorizada a salir del campo y continuar su camino cobrando 10 veces más de lo que costaría un taxi  de verdad y se ofrecieron a llevar a la madre y a la hija pero ellas esperaron la llegada de una ambulancia. 

El mismo niño Jesús-Aylan-Warda que significa “Flor”, si extremas tu atención, comprenderás que también se llamaba Nur. Era una niña. Llegó al mismo campo de Presevo con catorce días, abrigada con una manta en el interior de una bolsa de basura, porque hacía frío y llovía. Esos niños (Jesús-Aylan-Warda-“Flor”-Nur) eran niños o niñas tiernos y adorables, nada podían hacer por sí mismos, deberían ser cuidados y alimentados amorosamente y no expuestos al frío ni debería andar por caminos de invierno aunque los lleven en brazos sus madres. 

Ese niño Jesús tiene otros muchos nombres de niños y niñas que van con sus padres, no Aylan que se ahogó, formando hileras inmensas por países hostiles que levantan vallas y los encierran en campos, los identifican y, cuando alguien lo decide sin que se conozcan bien los criterios ni las negociaciones entre países, les permiten continuar su camino. Cerca de ellos siempre hay algunos que hacen negocio con la miseria humana y algunos otros guiados por su bondad, pastores, magos, oenegés, que  les ofrecen sopa y té calientes, galletas, potitos y fruta. No se atreven a tomarlos porque creen que es una estafa más en el camino hasta que los convencen de que es gratis, que están allí, en cada belén de la vida, movidos por un fuego interior que debiera arder en todos los corazones. Si tu atención es máxima verás en 3D, con toda claridad, que esa fila es mucho más larga, que se pierde en la lejanía y no se acaba, que allí van todos los que sufren algún dolor, alguna injusticia, pobreza, enfermedad, soledad o desolación y que van acompañados de gente que les ponen zancadillas para hacerles el camino más duro y, al otro lado de la fila, los acompañan los cuidadores de buen corazón con sopa caliente, té, galletas y potitos, gente conmovedora. 

Este cuento no es inventado. Se puede decir que al viejo no le queda imaginación para escribir un cuento como éste y echa mano del plagio de la vida. Conoce la historia de Jesús desde su infancia. La de Aylan la vio en televisión. La de Warda que significa “Flor” y la de Nur las ha leído en 


Y a los de las zancadillas y a los de la sopa caliente y los potitos puedes verlos, si vas en la fila, mirando a tu derecha y a tu izquierda. Te acompañan siempre. Y si no vas en la fila mírate bien si vas poniendo zancadillas o regalando potitos con sonrisas y sopa caliente. 

Feliz Navidad, amigas y amigos. 
Pepe Ramírez.